Proyectos Monclova

info@proyectosmonclova.com
+52 55 552 597 15

Lamartine 415
Polanco 11560 CDMX

Lunes a viernes 10 - 18 h Sábados 10 - 16 h

 
 

PROYECTOSMONCLOVA se ha convertido en un referente vital dentro del mundo del arte mexicano, desempeñando un papel fundamental en la expansión de la participación de México en la escena internacional al participar en numerosas ferias de arte.

La galería continúa su misión por ofrecer un programa dinámico que busca enriquecer el discurso local e internacional a través de exposiciones destacadas, colaboraciones institucionales, iniciativas de artistas y publicaciones académicas.

Agenda

 

Algo evidente pero difícil de concebir

Víctor Hugo Pérez

20.06 - 17.08.2024

 

Aparentemente son pinturas sencillas de figuras femeninas acompañadas de animales. Telas llenas de color realizadas con brochazos enérgicos. Vistas al vuelo son unas escenas domésticas sin complicaciones, consecuencia de una práctica autodidacta que encaja con el arte naíf. Obras que, como decía Jean Dubuffet sobre el arte popular, "son resultado de esa calidad tan preciosa de los gestos del género humano: un desenfado, una relajada facilidad". 

Las pinturas y cerámicas de Víctor Hugo Pérez (Guadalajara, Jalisco, 1975) combinan estas cualidades que señala el maestro del Art Brut junto a una tenaz y concienzuda lectura de la historia del arte y las tradiciones alfareras de su estado natal, algo aparentemente cierto pero difícil de precisar. 

Decía el pintor norteamericano George Condo (con cuya obra Víctor Hugo Pérez puede establecer vasos comunicantes) que su trabajo tiene que ver con la permuta de lenguajes: "puedes (...) sentir el fondo de un retrato de Rembrandt, pero el tema (...) está pintado como una mutación transgresora de baja cultura, una caricatura". Condo se refiere a sus retratos, concebidos según su teoría del "cubismo psicológico": una divertida exploración sobre la psique humana basada en formas vanguardistas. 

Como los retratos de Condo, estas escenas de Víctor Hugo Pérez atienden por igual las lecciones del cubismo (los rostros de sus mujeres citan los de Picasso con imperturbable fidelidad) y sus animales evocan sin timidez los de Rufino Tamayo. En la mayoría de sus pinturas, las composiciones retoman el clásico motivo de una mujer posando con su mascota, como la "Olympia" de Manet: una obra paradigmática del género, cuyas caricaturas de época transformaban al dulce minino del cuadro en un erizado gato con la cola erguida, una alegoría sexual que no favoreció al cuadro cuando se presentó en 1865.

Y es precisamente esta fluidez entre la distorsión satírica de lo popular y la deformación expresiva del arte del siglo XX donde la obra de Víctor Hugo Pérez encuentra su lugar "con relajada facilidad", como diría Dubuffet.

 Bajo esta sintonía se halla su conjunto cerámico y la destreza manufacturera del artista, que despliega un elocuente conocimiento de las técnicas alfareras de Jalisco. Sus esculturas de animales y vasijas pintadas o esgrafiadas son piezas únicas, ancladas en una doble trascendencia, pues encarnan su "tierra" en una doble acepción de esta palabra: como lugar de origen y como material. Por otro lado, son una forma de entender la creación como una experiencia artesanal y artística. Manual e intelectual. Sus obras en barro comparten con los marcos tallados de sus cuadros una misma estrategia pues su presencia es consustancial a su discurso pictórico. Son, como lo señala el propio artista en relación a los marcos, una "extensión" de la pintura. 

En sus marcos, Víctor Hugo Pérez también despliega su atracción por la historia del arte. Su idea del marco como una extensión ornamental de la pintura es muy interesante y desde la invención del cuadro en la Edad Moderna, un motivo de preocupación para los pintores. Los siglos XVI y XVII van a ser especialmente fértiles en una producción que contempla al marco como algo cardinal, bien sea pintándolo en el cuadro (generando un marco ilusorio) o valorando su unión a la imagen pintada, contenida por el propio marco. Victor Stoichită en su estupendo estudio sobre este tema de su libro "La invención del cuadro", describe los retratos del pintor flamenco Jan Gossaert (Mabuse) que reproducen el marco en la imagen pintada con la figura sobrepuesta, dando la ilusión de emerger de la obra. Para Poussin, más de un siglo después, sus lienzos debían tener un marco que los separara "de otros objetos vecinos" en un dorado suave que se adecuara "muy delicadamente" a los colores de su pintura. En ambos casos, el marco juega un papel protagónico que Víctor Hugo Pérez tampoco desdeña; a su manera, parece ajustarse a las decisiones de Mabuse y Poussin sobre el marco. Como señala Stoichită: "mientras que el marco efectivo de un cuadro tiene la función de separar el arte de la realidad, en cambio el marco pintado difumina o borra este límite".

Es evidente que el bestiario en hojilla de oro de los marcos (por otra parte, un guiño al arte virreinal) de Víctor Hugo Pérez, busca trasladar parte de la escena pintada al espacio real del espectador. Estos marcos escultóricos participan a su manera, "tanto del mundo del espectador como del mundo de la imagen", como señala Stoichită. Del mismo modo, pinta escenas de los cuadros en cántaros y platos, que son piezas de uso doméstico y que, por lo tanto, también pertenecen al espacio real y tangible.  

En otro orden de ideas, los motivos de sus rústicos marcos evocan al arte medieval y al prehispánico y como el resto de su obra, evidencian una clara atracción por lo primitivo, recuerdan los relieves en madera polinesios de Gauguin. Sobre este tema, Víctor Hugo Pérez quiere verse como un "ser primordial". Es una frase inteligente y sensible, si la pensamos en el contexto de su obra. La palabra primordial tiene muchos sinónimos, pero hay dos que describen de forma diáfana este trabajo: primitivo y original.

La profundidad de todos estos aspectos hace muy perspicaz esta obra de Víctor Hugo Pérez, igualmente atravesada por el desenfado y una cierta liviandad; como decíamos al inicio de estas líneas: algo evidente pero difícil de concebir — Carlos E. Palacios

 

CARBUNCLO

Miriam Salado

20.06 - 17.08.2024

 

Algunas definiciones de carbunclo describen a una piedra preciosa de color rojo encendido, otras refieren a un insecto coleóptero que emite una luz incandescente en la oscuridad, pero también existe un relato sonorense que habla de un ser alado, como un pájaro, de ojos muy brillantes que vuela por las noches sobre los caminos y parajes solitarios de distintas regiones del Estado. A esta criatura se le ha llegado a confundir en las carreteras con los faros de luz de camiones pesados, para luego perderse en terrenos escabrosos rumbo a la sierra de El Pinacate. 

Aquella luz incandescente que alumbra sobre una densa oscuridad es la idea de la cual parte Miriam Salado para construir un cuerpo de obra que explora la creación de seres y objetos híbridos con aires siniestros. Para esta cuarta entrega del ciclo “El dilema de unir los puntos”, curado por Néstor Jiménez, la artista presenta CARBUNCLO, una exposición que tiene sus antecedentes en proyectos anteriores y en curso como “Armas salvajes” y “Mutaciones bestiales”. El primero consistió en realizar esculturas a partir de las defensas naturales de la flora y fauna del desierto sonorense y las armas fabricadas por el ser humano utilizados tanto en la cacería como en eventos violentos del norte de México. Estos dos referentes dieron como resultado piezas de un carácter híbrido, en donde a casquillos de bala le crecieron espinas o garras. El segundo, es una investigación que explora ahora las materialidades de las armas, la fauna y flora, para transformarse y producir nuevas armas de defensa; pensadas para la supervivencia en ambientes agrestes causados por el cambio climático provocado por la humanidad y la violencia extrema. 

El trabajo de Miriam Salado se distingue principalmente por la exploración del dibujo y la escultura, pero también se extiende a la instalación y el video. Algunas de las líneas de investigación de esta artista son el territorio, la fauna y flora del norte de México y cómo éstas son afectadas por la huella de la humanidad. De igual manera, destaca su particular atención a las prácticas y saberes culturales de los pueblos originarios de Sonora. Por ejemplo, le interesa indagar en las transformaciones de los objetos y vestimentas utilizadas en danzas tradicionales. De esto dan cuenta piezas como “540 Detonaciones”, en la que, a partir de la danza de Los fariseos, la artista nota que los cinturones elaborados con cuero de vaca llevan casquillos de armas AK-47 o R-15. Esto ocurre a partir de la década de los ochenta cuando los artesanos de la región comenzaron a recolectar estos materiales en los montes. Algunos de estos proyectos surgidos desde esta inquietud, indican un interés temprano por explorar las propiedades de los materiales industriales y de los recursos naturales, no sólo como meros soportes u objetos, sino también como sujetos que encarnan cambios en las prácticas y saberes culturales de la región, esto como consecuencia de las transformaciones sociales y del territorio sonorense. 

En CARBUNCLO no es que la artista quiera darle un rostro y aspecto a esta criatura de la que se habla en las leyendas sonorenses; más bien se trata de extraer los efectos formales de una luz muy brillante como la del carbón encendido o la fundición de metales. Algo luminoso que se destaca de la oscuridad. En obras como “Carbunclo I”, II y III, apreciamos tres dibujos de gran formato realizados con lápiz de color sobre papel, en los que se destacan con mucha fuerza formas orgánicas y afiladas. Así también, advertimos otro dibujo de menor tamaño que presenta una mutación bestial de algo que nos recuerda a una mandíbula fusionada con una estrella ninja. 

Las piezas escultóricas de bronce y piel –cuenta la artista– aluden a restos de animales que se hubieran transformado y mutado de manera exagerada. La artista invita a imaginar unas astas de un venado, que después de haberlas mudado, fueron utilizadas para fabricar un arma blanca. Por ejemplo, Columna, que atraviesa la sala de exhibición y cuyas “vértebras” están clavadas a una base, o “Cuernos” y “Aguijón” que son ahora nuevos instrumentos creados para la defensa y supervivencia en escenarios de violencia extrema. Estas obras son también una estrategia para reinventar la naturaleza, una que hace más evidente su relación con el entorno social y explota su carácter híbrido.

Una criatura híbrida o la idea de algo monstruoso y diferente desafía aquello considerado la norma. No obstante, las obras de Miriam Salado subrayan que eso considerado como “aceptado” ha mutado desde hace décadas: la transformación del paisaje debido a la sobreexplotación de los recursos naturales, la contaminación industrial, el cambio climático, la violencia extrema y el narcotráfico. Estos fenómenos nos mantienen en un estado de alerta constante, esta condición nos hace pensar que en efecto necesitamos de otro tipo de defensas que puedan ayudarnos a sobrevivir en estos nuevos entornos agrestes. Sin embargo, estos objetos híbridos no son una luz en el camino — Adriana Melchor Betancourt